Carlos Fidalgo.
Nací en Bembibre (León).
Escribo novelas y cuentos, y de vez en cuando también se me escapa algún poema.
Me gustan las historias circulares, los relatos que hablan del paso del tiempo y los textos sutiles y ambiguos, con finales abiertos.
Mi primera novela, ambientada en un río de Afganistán durante la guerra contra los talibanes, ganó en 2010 el Premio Tristana de Literatura Fantástica. Se titula El agujero de Helmand, la publicó la editorial Menoscuarto, y narra la historia de un grupo de marines que oyen voces en un promontorio y se enfrentan a un enemigo ominoso.
Mi segunda novela fue un relato de fantasmas, un juego de voces que transcurre en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. La titulé La Sombra Blanca y la editó Reino de Cordelia en 2015.
Después he publicado un libro de relatos sobre las zonas oscuras de los Juegos Olímpicos. Septiembre Negro (Edhasa-Castalia) obtuvo en 2016 el Premio Tiflos de Cuento que concede la Fundación Once. El libro fue finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León en 2017.
El país de las nieblas (IEB) se titulaba en 2005 el volumen donde reuní mis primeros tanteos con el género del cuento.
En 2020 apareció Stuka (Algaida Editores), galardonada con el Premio Letras del Mediterráneo de Novela Histórica, que usa la historia de un avión siniestro para recrear el verano olímpico de Berlín, los bombardeos de la Legión Cóndor en el Alto Maestrazgo y el hundimiento del nazismo. Pero el latido de fondo de la novela es la violencia que se ejerce contra las mujeres en tiempo de guerra.
Escribo una columna titulada Cuarto Creciente, los jueves en la página dos de Diario de León, donde trabajo como redactor.
Los reportajes de la serie Las cuencas vacías, publicados en Diario de León entre finales de 2018 y 2019, han sido reconocidos con el Premio Cossío de Prensa Escrita que concede la Junta de Castilla y León. Son textos donde empleo recursos literarios.
También dirijo cursos sobre Periodismo Narrativo en la UNED y en la plataforma digital de Espacio 17 Musas porque pienso que la literatura aporta las mejores herramientas para contar la realidad de una forma que no aburra.
Me he atrevido a pisar un escenario con La luz que no se apaga nunca, un monólogo de misterio que estrené en el Festival Celsius 232 de Literatura Fantástica de Avilés en 2017 y que en 2020 continué con El sueño de McSorley.
En 2015 le seguí el rastro al daguerrotipo perdido de un escritor romántico (el autor de El Señor de Bembibre, Enrique Gil y Carrasco) y lo conté en el Congreso Internacional celebrado en el Bierzo para conmemorar el bicentenario de su nacimiento.
Y sí, desciendo de los fantasmas de Comala, siempre dispuestos a enredarme en una historia emocionante.
PD: Me podéis encontrar en instagram (@carlos_fidalgo), donde subo fotos de libros y de viajes, y me gusta encadenar historias en largos hilos de twitter (@CarlosFidalgotw).