La gripe y la perdiz. Col. 5. El sueño de McSorley

La gripe y la perdiz

“Se le ha ido la olla…”, murmuró una concursante. Lo que había sobre la mesa, una perdiz sin desplumar, con unos tomatitos sobre el lomo era pura provocación. Un ‘lo dejo todo y ahí os quedáis’.

No soy de los que ven programas de cocina en la televisión. Mucho menos concursos guionizados en los que de vez en cuanto se despide con escarnio al aspirante de turno para elevar la audiencia. Pero lo del ‘pájaro muerto en un plato’ -así lo definió uno de los tres cocineros del jurado de Master Chef- que presentó una concursante de Córdoba muy cabreada con el programa producido por Televisión Española es trending topic en Twitter y así me he enterado yo esta mañana, por casualidad.

Hay que mantener la cabeza en su sitio. Sobre todo cuando se vive confinado. Nada de pájaros muertos. Nada de tirar la toalla. Ya bastante tenemos con este virus, que desde el cuerpo de un murciélago nos ha llegado a la humanidad a través de un animal intermedio. Lo ha confirmado estos días la Organización Mundial de la Salud (OMS), que otra vez pone en su sitio a quienes alientan las teorías de la conspiración como el presidente de los Estados Unidos, el ‘inefable’ Donald Trump. El Covid-19, dice la OMS (a la que Trump, lo recuerdo, ha dejado de financiar) tiene su origen en el reino animal y no en un oscuro laboratorio de Wuhan. Ese es el argumento de una novela de Dean Koontz de la todo el mundo habló al comienzo del confinamiento (también yo), junto con otra aún más escalofriante y posiblemente mejor escrita de Stephen King, ese genio del terror.

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