La taberna de Lence
Tenía los modales y la educación de un caballero del Sur y llegó a Nueva York, la «Gran Puta de Babilonia», como la llamaba cierto reverendo muy popular de la época, en el mes de octubre de 1929, a tiempo de contemplar los estragos del Crack de la Bolsa y el comienzo de los días aciagos de la Gran Depresión.
Venía de Carolina del Norte, era tímido, pero audaz, y mentía para decir lo que era cierto. Había aprendido el arte del humor negro rodeado de mujeres en el pueblo de Fairmont donde nació. Y eso se filtró pronto a sus artículos.
Se llamaba Joseph Mitchell, trabajó hasta el día de su muerte en la revista New Yorker y, a pesar de que pasó los últimos treinta años de su vida sin escribir una sola línea, es uno de los más grandes periodistas que ha dado el siglo XX.