Universos paralelos
Anoche soñé que entraba en la taberna de McSorley, donde el tiempo tiene otro valor. En 1940, cuando el periodista Joseph Mitchell escribió de ese lugar fabuloso, la taberna más antigua de Nueva York, todavía iluminaban la barra con dos lámparas de gas que temblaban cada vez que alguien abría la puerta y proyectaban la sombra de los clientes sobre la pared del fondo. Como un viejo cinematógrafo.
Anoche soñé que entraba allí, en el local de techo bajo y serrín en el suelo, abierto en 1854 en el número 15 de la Calle Siete, en lo que todavía llaman la Pequeña Ucrania de Manhattan.
Soñé que cruzaba el umbral y observaba los tres relojes de la pared, cada uno con una hora diferente, los retratos de los presidentes asesinados, los cuadros de barcos de vapor antiguos, recortes de prensa, alguno tan viejo como para hablar de la batalla de Waterloo, fotos de caballos de carreras y un grabado de la Hermandad Revolucionaria Irlandesa.