Vivir para gozar
Anoche volví a ver en mi televisor una vieja película de Katharine Hepburn. Rebusqué en la estantería donde guardo los DVDs más antiguos y encontré una de aquellas comedias que George Cukor dirigía en la década de los treinta. A Hepburn, en el papel de una niña rica y rebelde, le acompaña en el reparto un joven Cary Grant, muchacho de barrio y todavía lejos de los roles de galán maduro que tanto éxito le traerían en los años siguientes.
El fantasma de la pata coja que empieza a hacer ruidos en el desván de mi casa algunas noches no me estaba dando guerra esta vez y disfruté de la película con la ciudad en silencio y unas gotas de lluvia en los cristales. Vivir para gozar, se tituló en España. Y me imagino que aquí se estrenaría un poco más tarde porque el año en que se rodó, allá por 1938, en este país se vivía para matar, y para evitar que te mataran. Y en eso, salvo que uno sea un psicópata o un masoquista, no hay ningún goce.