El pintor de los abrazos
Es una paradoja muy triste que Juan Genovés, el pintor de los abrazos y las multitudes, haya muerto estos días en que no podemos tocarnos.
«Yo nací en 1930, por lo que la guerra atravesó mi infancia. Los hechos que viví en ese periodo se me quedaron como un hachazo en el cerebro», decía hace unos meses en una de sus últimas entrevistas con el diario ABC. «Cada cuadro que pintaba -añadía el artista valenciano- era una manera de quitarme un peso de encima».
Y entre imágenes pintadas a vista pájaro, entre todas esas masas de personas que corren en oleadas sobre grandes espacios abiertos, sin calles, sin casas, sin árboles, solo el lienzo en blanco, sobresale un cuadro convertido en símbolo de la Transición: El abrazo, todo un icono de nuestro tiempo que por fin cuelga de las paredes del Congreso de los Diputados. «Una oda al reencuentro y a las posibilidades de la política», lo define el periodista de ABC, Javier Díaz-Guardiola. Y cada que día que pasa en medio de tanto ruido y tanto enojo -está crisis también ha hecho emerger lo peor de nosotros- se hace más grande ese abrazo de Genovés.