Era el mes de mayo. La República no daba por pérdida la guerra. Y el Ejército sublevado avanzaba hacia el Mediterráneo para cortar en dos el territorio que había permanecido fiel al Gobierno.
La guerra se acercaba. Era el mes de mayo, sí, dos años ya de conflicto. Y en el horizonte de Benassal, una población del Alto Maestrazgo de Castellón conocida por su balneario, vieron aparecer los primeros bombarderos de la Legión Cóndor: aviones Heinkel 111, el ‘lobo con la piel de oveja’ le llamaban porque parecía un transporte y no una máquina de matar, y tres aeroplanos con las alas de gaviota invertida; los Stuka.