El vuelo de los rompetanques y el piloto de Stuka que nunca renegó de su pasado nazi.
Les llamaban los cascanueces, los rompetanques, los panzerkancker en alemán, porque eso es lo que hacían con los dos cañones BK 3,7 suspendidos bajo las alas; reventar carros blindados desde el aire. Carros acorazados rusos, que avanzaban por las llanuras de Ucrania hacia el río Dniéster para hacerse con los campos de petróleo rumanos de Ploesti que abastecían a la Wehrmacht.
Aquellos Stukas que volaban sobre Ucrania en el inverno de 1944 se habían quedado obsoletos para la guerra en el aire. Más lentos y menos maniobrables que otros aviones más modernos, mejor equipados, todavía servían, sin embargo, para lanzarse en picado contra los movimientos de tropas. En lugar de arrojar una bomba y remontar el vuelo, como al principio de su carrera, los aviadores que los pilotaban disparaban ahora los dos cañones sujetos bajo las alas de gaviota invertida.