Vértigo
Yo lo que tengo es vértigo. Y mira que me gustan las alturas. Nada del ‘Síndrome de la Cabaña’, así le llaman a ese fenómeno que sufren, o más bien disfrutan estos días, quienes está tan a gusto entre cuatro paredes que no quieren salir al mundo exterior. No vaya a ser que les atrape otra vez el estrés.
No es miedo a asomar la cabeza fuera de casa. No es agorafobia lo que me ocurre; la aprensión que producen los espacios abiertos. Ni temor a las multitudes. A que me estornuden por la calle durante el paseo de las ocho. A que me rocen sin pretenderlo. No es aprensión, no. A mí lo que me pasa es que me encanta subir a los edificios más altos; fui feliz el día en que conseguí viajar una semana a Nueva York y oteé el horizonte luminoso de la Gran Manzana de noche desde el Rockefeller Center y por la mañana en las últimas plantas del legendario Empire State.