Fotografía de Santibáñez de Montes, el pueblo que se borró del mapa

Las cuencas vacías. Premio Cossío de Periodismo de Castilla y León

Discurso de agradecimiento del Premio Cossío de Prensa Escrita concedido por la Junta de Castilla y León a la serie de cuatro reportajes titulada Las cuencas vacías, publicada en Diario de León.

Y enlace con mi canal de You Tube donde podéis ver la entrevista previa grabada en Ponferrada por la productora 16 escalones.

Valladolid, 26 de mayo de 2021. Auditorio Miguel Delibes.

Le voy a dedicar este premio a una mujer de la que aprendo a diario; mi pareja. A otra mujer, mi madre, que está deseando que acabe esta pandemia para sentarse a la mesa con todos sus hijos sin mascarilla. Y también a mi buen amigo Antonio, el mejor periodista que conozco, que me ha acompañado hoy.

Me gustaría compartir este premio con mis compañeros en el Diario de León. Son tiempos de cambios para los que nos dedicamos a este oficio de contar lo que pasa y de rastrear historias en la realidad y quiero aprovechar esta tribuna para celebrarlo con ellos.

Quiero darle las gracias al jurado, y a la Junta de Castilla y León por darle vuelo a este premio. Los premios Cossío siempre han sido un incentivo para el buen periodismo. Y todos los que nos dedicamos a esto esperamos que lo sigan siendo.

Gracias al director de mi periódico, que está hoy en este auditorio, y gracias a Cachafeiro, por hacerle hueco en las páginas de Diario de León a este tipo de reportajes. El futuro, y me refiero sobre todo a la prensa, tan asediada por esos cambios, pasa por ofrecer contenidos singulares y por convertir en actualidad lo que no siempre está en la agenda a primera hora de la mañana.

Las cuencas vacías es una serie sobre la despoblación, sobre el final de las cuencas mineras, y sobre la nostalgia de un tiempo, los años del carbón, que dejó muchos claroscuros.

Es una serie sobre gente anónima que se fue de su pueblo cuando el carbón entró en su primer declive, que repobló una aldea abandonada en medio de un monte, que levantó un ‘rascacielos’ en el centro de Ponferrada, y que estuvo a punto de cambiar la Historia pero no se atrevió a intentarlo.

Durante la elaboración de estos textos entre 2018 y 2019 y de la nueva serie sobre los poblados mineros que me tiene ocupado esta primavera me he encontrado con dos imágenes, dos metáforas de la fuerza que todavía esconden las antiguas cuencas mineras, las cuencas vacías.

La primera imagen, lo habéis visto en el video, es la de una lápida reciente en el cementerio abandonado de lo que un día fue Santibáñez de Montes, un pueblo que ya no existe, borrado literalmente del mapa por el carbón que le dio de comer. Es la lápida que marca el lugar donde los hijos de alguien que dejó esa aldea legalmente disuelta enterraron una parte de las cenizas de su padre, que todos los veranos los llevaba, monte a través, para enseñarles las ruinas de su antigua casa. Esa es la metáfora del arraigo.

La otra imagen, más reciente, es la de un cerezo que florece en el fondo de uno de los socavones causados por el hundimiento de la mina de hierro de Onamio. Un cerezo que busca la luz. Y eso es lo que está ocurriendo en lugares como las antiguas cuencas mineras del Bierzo, lugares que se han hundido, pero donde todavía puede creer algo a poco que se siembre bien.

Decía el periodista David Beriain, que escribió reportajes en zonas de conflicto para La Voz de Galicia y Diario de León antes de crear su productora 93 metros, que no hay historias pequeñas, solo ojos pequeños. Y eso es lo que le pido desde aquí a quienes tienen las competencias, los recursos y la voluntad de cambiar las cosas para frenar la despoblación; que abran los ojos. Que miren con los ojos bien abiertos, con ojos grandes, lo que está ocurriendo en las antiguas cuencas mineras.  Sin servicios, sin estímulos, todos esos lugares acabarán borrados del mapa, como le ocurrió a Santibáñez.

Muchas gracias.

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